martes, 7 de octubre de 2014

El banco frío. Romance I

¡Y que noches junto al parque!
bajo el cielo azul marino;
sentados en aquel banco,
sentados sin pasar frío.
Solía venir risueña,
con el pelo suelto y liso,
a veces más arreglada,
Otras en tonos sencillos.
Una velada con calor
a principios del estío,
la vi de nuevo en el banco.
Era azul su vestido.
Había estado de viaje
(Subjetivamente un siglo.)
De nuevo los dos sentados
de nuevo el banco, sin frío.
Me interesé por sus chismes,
renegó con voz de hilo,
insistí, más fue en vano;
vi en su rostro algo marchito.
Finalmente, sin quererlo
terminamos en mi piso,
se tumbó sobre mi cama;
hice girar un vinilo
Sonatas para piano.
Se aceleró mi latido,
quería que la besara.
Después le quité el vestido;
acaricié sus caderas,
umbral de lo prohibido;
un ósculo en su vientre,
mil más en su cutis fino,
su liviandad me reinaba;
fue musa de mis suspiros.
Y de sus ojos, de pronto,
brotó un llanto repentino,
Me dijo, entrecortada:
"Perdóname Florentino."
Quise saber las razones
y con su mirar perdido,
confesó que estaba encinta
y que no sería mi hijo.
Después se fue para siempre.
Seguía sonando el vinilo,
entonces parecía el réquiem.
Jamás volví al banco frío.

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