miércoles, 28 de mayo de 2014

Soneto III. Olvido noctámbulo.

Mi grito, ya seco, ecos de tu voz
resuenan como un recuerdo leve,
que reprochante, este loco bebe
y le quebranta de un modo atroz.

La melancolía me ruge feroz,
paseo por los bares hasta que acabe,
pues ya que el perderse no es grave,
para quienes algo perdieron precoz.

Me crispa un jaleo el corazón,
al pensar que tu orgullo libertino
te alejó de mi como un polizón.

Más, de repente, soberbio destino,
muy cerca, a dos mesas, sin razón,
hallo una sonrisa sin inquilino.

domingo, 25 de mayo de 2014

Versos inmaduros. El cine de las sabanas blancas.

Calma(...)
Requiero en la noche refrescante calma,
desasosiego del toro salvaje del día,
contra el que lucho para sostener mi alma,
bajo y dentro de la masa de oscuridad
crepuscularia antes de torcerse al alba.

El cine hoy parece estar cerrado,
al empezar la sesión nadie se salva
¿Qué filme pretendías mostrarme hoy?
¿El de un caballero que en su rocín cabalga?
¿Seré yo ese caballero perdido en las tierras,
en las cuales mi palabra divulga?
Se abrió ya el cine de mis sabanas blancas

-Entre y no eche la realidad en falta.

lunes, 19 de mayo de 2014

Soneto II. Desengaños

Bríndame, ángel, una encrucijada
de sinsabores y oscuros castigos;
haz de tus mentiras mi único abrigo,
de tus caprichos, misión obligada.

Acordes me invaden de madrugada,
acordes de tu voz que anda conmigo;
de repente, al despertar persigo
tu fragancia entre el aire impregnada.

¿Y donde escondes, tú, boca escarlata
la llave para tu jardín arcano?
Pregunté tras beber de mi petaca.

Con la fuerza del volcán Siciliano,
cada noche la cólera me ataca,
cada noche estoy de ti más lejano.

El Fuego apagado.

El fuego que apagué con mis lágrimas
era un fuego Hadicamente ardiente,
centellante y deslumbrante,
como su sonrisa de más de mil
sagaces amaneceres.

El fuego que apagué con mis lágrimas,
parecía una vela, que lenta
deshacía suave cera,
como se deshacen nubes de amor
En el claro cielo del olvido

El fuego que apagué con mis lágrimas,
mil veces hizo que ardiese mi alma.
Tan cálido, tan salvaje,
tan salvaje como los rugidos
feroces de mi alma vagabunda.
¡Loor a este fuego que se ahoga!
¡Gloria a ti que lo encendiste!
Tú, fuego de mi alma túrbida,
¿Te vas para no volver jamas?

El fuego que apagué con mis lágrimas...
¿Realmente te apagaste mi fuego
o sencillamente decidiste,
mantenerte aletargado?


domingo, 18 de mayo de 2014

Soneto I. Volviste a la lejanía.

El tiempo de creer se ha caducado,
de todas mis trémulas utopías,
tus labios era en la que más creía;
tus labios que tanto he anhelado.

Mis palabras, palabras siempre en vano.
Su beso helado que me injuría,
mi reír que en el suyo consistía,
su perdido mirar de encanto bañado

Brotan miedos del pozo de tu boca,
Maldiciones, odio, tantos rechazos...
de aquel pozo que cóleras provoca.

Ciega de una vez mis ojos descalzos;
mi cabeza solo el dolor evoca,
y así recibo mi último zarpazo.
 

¡A las barricadas!