viernes, 27 de febrero de 2015

Se quedó tu olor en una esquina de mi cama



Se quedó tu olor en una esquina de mi cama

tendido, sin protocolo.

No quería que se marchara;

se quedó recordándome todas tus niñerías

y todas tus contrariedades imprevisibles.

En simbiosis con los cuatro muros de gotelé adolescente,

se quedó desnudo, como tímido,

apostando que pasaría desapercibido, inmoral, invisible;

Susurrando con voz trémula el sonido de unos labios al abrirse

para dar un beso

o para decir,

adiós.

Se quedó acostado en mis sábanas recién lavadas

por debajo del edredón con los dibujos del metro de Nueva York.

Se quedó como arrullándome, casi altivo

y sin el más minúsculo indicio de querer irse,

toda la noche, todo el día.

Se plantó como un firme opositor al régimen de fragancias y olores,

que siempre me habían acompañado.

Se mostró irreductible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario